Ya sabéis el dicho de que noches alegres, manañas tristes. Pues en este caso se ha hecho realidad, mucho más de lo que nunca hubiese imaginado. Porque cuando una llega tarde a casa por una cena y se levanta también tarde una mañana de domingo con la legaña pegada al ojo, lo menos que se espera es recibir una noticia tan aciaga como la que me han dado a mí. Constantino Romero ha muerto. ¿Cómo? ¿Qúe? ¡No fastidies!

Pues sí, el gran profesional de la voz, nuestro Vader, nuestro Mufasa, nuestro Clint, nuestro Arnold…, en fin, tantos y tantos personajes que nos han llegado con su voz, tantos y tantos momentos televisivos que hemos disfrutado, tantos y tantos… La verdad es que no tengo palabras, lo siento.

Ha sido ésta una semana muy negra para el cine, porque nos han dejado dos de los grandes currantes de este maravilloso oficio de transmitirnos historias a través de la pantalla, porque Alfredo Landa y Constantino Romero han sido sobre todo eso, dos grandes trabajadores que nos han hecho disfrutar a todos desempeñando algo más que un oficio, sobre todo una pasión, porque eso es lo que nos han transmitido, su gran pasión por lo que hacían. Y es por eso que no puedo por menos que agradecer a ambos su dedicación y desear que se puedan encontrar allá donde estén ahora para charlar y disfrutar un rato de un buen montón de anécdotas.

No me queda mucho más que añadir, porque sin duda muchos van a ser los ríos de tinta que se van a publicar sobre D. Constantino Romero, así que simplemente os dejo las palabras con las que el año pasado se despedía del mundo profesional, porque eso es lo que ahora estamos haciendo, despedirse.

Gracias por el afecto.

Han sido 47 años de trabajo.

Y toda una vida. Radio, Tv, Teatro, Doblaje.

Ha valido la pena. Un abrazo.

That’s all folks!